Un año de amor: el Laboratorio de Coral

Hace un año que abrí el Laboratorio del Amor, un taller permanente y una red social internacional de mujeres en Internet que estudiamos el tema del amor romántico bajo el lema de que "Lo romántico es político", y que "Otras formas de quererse son posibles".

 

En el Laboratorio no sólo investigamos, leemos y compartimos material, sino que además trabajamos con la idea de que podemos sufrir menos, y disfrutar más del amor. Ninguna de nosotras tiene la fórmula mágica para vivir un amor pleno y maravilloso desde la felicidad, y nos interesan más los procesos que las metas: nos gusta compartir lo que nos pasa en nuestra vida personal e íntima, y nos gusta mezclar lo cotidiano con las reflexiones teóricas sobre las relaciones humanas.

 

El Laboratorio tiene una Biblioteca del Amor en la que compartimos muchos recursos (libros, vídeos, audios, blogs, webs, artículos, documentales, etc), hacemos Cine-forum dos veces al mes.

 

Tenemos un aula de ejercicios y muchos foros temáticos en los que tratamos los temas que más nos gustan, nos inquietan o nos apasionan: la autoestima, las rupturas y los duelos, la poliamoría y las relaciones abiertas, los ligues y los cortejos, los celos, el sexo en la pareja, la gestión de las emociones, el amor y el feminismo, los miedos a la hora de amar, la ética del amor, los micromachismos, la soledad, el deseo y el erotismo, cómo superar la dependencia emocional, la sororidad entre mujeres, la violencia de género, el Ego en el amor romántico, el autoboicot, temas de masculinidad, o incluso, maternidades...

 

Trabajamos de una manera horizontal, hacemos autocrítica amorosa y compartimos herramientas para llevar la teoría a la práctica: queremos ser honestas y coherentes, queremos aprender a disfrutar del presente, queremos romper esquemas obsoletos, desaprender todo aquello que nos hace daño o no nos sirve, y compartir trucos, saberes y experiencias para ayudarnos las unas a las otras.

 

El Foro de Acompañamiento es el lugar en el que nos escuchamos mutuamente, pedimos consejo, nos desahogamos, nos lanzamos preguntas, compartimos nuestros procesos personales, nos cuidamos las unas a la otras: hemos creado un espacio maravilloso de confianza y generosidad, de escucha, de amistad en el que no nos juzgamos ni nos etiquetamos las unas a la otras, simplemente nos acompañamos.

Somos mujeres de diversos países, de diferentes edades y profesiones, y a pesar de ello hemos creado un clima muy amoroso entre nosotras. En un año hemos ido creciendo juntas y hemos construido un espacio virtual muy amoroso que va creciendo poco a poco: nos contamos los ligues, los enamoramientos, las separaciones, las crisis de pareja, las crisis personales, y de alguna manera, este año juntas nos ha enriquecido a todas, pues practicamos la construcción colectiva del conocimiento cada una desde su área, desde su casa, desde su experiencia personal.

 

Nos reunimos una vez al mes en un chat en directo, y además en el Laboratorio tenemos un blog en el que escribimos y nos expresamos con libertad. Para mí es un gran tesoro este espacio virtual, porque mi tesis doctoral sobre la construcción sociocultural del amor romántico fue una actividad muy solitaria. Leí, pensé, escribí siempre a solas, hasta que empecé a trabajar con las Señoras que... dejan de sufrir por amor en Internet, y descubrí lo maravilloso que es poder trabajar en equipo con gente tan diversa.

 

Hoy me siento muy orgullosa de haber facilitado la creación del Laboratorio del Amor, pero siento que ya no es algo mío, sino de todas las que formamos parte de esta red. Algunas llevan mucho tiempo, otras participan solo unos meses, pero todas van dejando su granito de arena y haciendo más grande este movimiento amoroso basado en la idea de que el amor se puede deconstruir y construir de nuevo, que hay muchas cosas que pueden hacerse para crear relaciones igualitarias y amorosas más allá de las etiquetas, de las jerarquías, de los estereotipos, los prejuicios, los roles, las creencias y la ideología patriarcal y capitalista.

 

Es un movimiento amoroso y sororario, pues, que posee una doble dimensión. el trabajo personal para amar más y mejor, y el trabajo colectivo para construir una ética amorosa que nos permita querernos bien: sin egoísimos, sin miedos, sin intereses, sin desigualdades, sin violencia, sin relaciones de dominación y sumisión.

 

El camino no es fácil, pero es apasionante. Y cada vez hay más gente haciéndose preguntas, cuestionándose muchas creencias, liberándose de etiquetas, despatriarcalizandose, probando nuevas formas de quererse, leyendo y escribiendo, compartiendo materiales, debatiendo en espacios públicos, replanteándose la forma en que nos relacionamos afectiva y sexualmente. Los cambios en nuestra cultura amorosa (sexuales, eróticos, afectivos, sentimentales) han de ir paralelos a los cambios económicos, sociales y políticos, pero a todas nos une el convencimiento de que podemos organizarnos y relacionarnos de otras maneras, y en este sentido sabemos que otros romanticismos, otros amores y otros sistemas emocionales son posibles.

 

Coral Herrera Gómez

¿Por qué hay tantos hombres que tienen miedo de enamorarse?

 

"Nena, no te enamores de mí": ¿cuántas veces habremos oído esta frase en los labios de un chico al empezar una relación?. A los hombres les encanta imitar a sus héroes patriarcales, varones con el corazón endurecido que no están dispuestos a construir un vínculo hermoso y no tienen herramientas para disfrutar del amor.
Las excusas que ponen son más o menos siempre las mismas:
- Una mujer me rompió el corazón en el año 1979,
- Necesito estar con mis amigos y sentirme libre como el viento,
- No me encuentro preparado para "asentar la cabeza" )lo dicen incluso los de 42 años),
- No sé lo que quiero en la vida, y necesito encontrarme a mi mismo,
- Busco a la princesa ideal y no la encuentro,
- Ya no creo en el amor desde que esa desalmada me dejó por otro,
- No creo en la pareja tradicional, que es una institución antigua y yo quiero ser super moderno.

A los niños les educan desde pequeños para que valoren mucho su autonomía y su libertad, y para que aprendan a defender su independencia.

Junto con estas premisas, también se les enseña que el amor es "cosa de mujeres", y además es el arma con el cual ellas ejercen su poder. El amor se convierte en matrimonio y luego en hijos, y suele ser una especie de cárcel para hombres. Si no queda otro remedio que casarse, el deber de cualquier hombre es siempre intentar que no coarten su libertad ni su independencia, y sobre todo, que la mujer no sea la ganadora en esta eterna batalla entre los sexos.

Así pues, es muy fácil entender por qué los hombres no desean emparejarse así como así: en la cultura patriarcal, las mujeres siempre intentan dominar a los hombres a través de las emociones, los sentimientos y el sexo. Por eso el amor no debe de ser jamás el centro de sus vidas, pues si le dan demasiada importancia, acabarán dominados por una mujer, y no hay peor pesadilla para un hombre que ser un calzonazos al lado de una mujer poderosa.

El tema tiene mucha tralla, porque bajo esta lógica patriarcal, cuando los hombres se enamoran de las mujeres, no solo pierden su libertad de movimientos, sino que pierden todo su poder. Además, el coste es bien alto: tendrán que trabajar duro para mantenerlas a ellas y a sus hijos. Aunque ellas trabajen y tengan éxito profesional, ellos siempre serán los últimos responsables de proveer de recursos el hogar, de modo que estarán atados al trabajo de por vida.

La mayor parte de los hombres patriarcales tiene asumido que la juventud se acaba cuando empieza el matrimonio, por las obligaciones económicas que conlleva, y por las responsabilidades que se adquieren. Dejas de ser el hijo para pasar a ser el padre, y eso es un tremendo shock, especialmente para hijos apegados a las faldas de su mamá que desearían estar toda la vida protegidos y amamantados por ellas.

Esta es la razón por la cual en las bodas los amigos solteros organizan una despedida con putas y alcohol (aunque los hombres casados siguen yendo de putas, ya la frecuencia quizás no sea la misma que cuando están solteros). En la ceremonia al flamante novio le miran con compasión y le hacen muchas bromas: otro que cae preso. Los solteros piensan: ya no es uno de los nuestros, ya no vendrá todos los fines de semana al puticlub, ya no podremos contar con él a todas horas. Enamorarse y casarse entonces es casi como caer enfermo, o estar en desgracia: un hombre cazado, casado, está inevitablemente sometido al poder de la mujer que le ha elegido.

Bajo esta lógica patriarcal, a los chicos heteros les cuesta relacionarse con mujeres independientes y empoderadas, por eso tienden a buscar mujeres patriarcales que los "aten en corto", es decir, mujeres controladoras que les vigilan, les regañan, les imponen unas normas, les castigan cuando se portan mal, les perdonan cuando se muestran arrepentidos y prometen que no lo volverán a hacer.

El matrimonio patriarcal es un pacto de renuncias y cesiones: ellos entregan su libertad a una mujer que va a ser la mamá-criada, o sea, la que te lava los calzoncillos, te da de comer, te cuida cuando estás enfermo, y te exige un montón de cosas a cambio. Las principales son: que te conviertas en un ser adulto que gana dinero, que cambies las faldas de la madre por las suyas, y que renuncies a otras mujeres.

Los que no renuncian a otras mujeres tienen que estar constantemente mintiendo, pero esto es algo muy corriente en los hombres patriarcales, y está aceptado y normalizado en nuestra cultura: las esposas siempre han de vigilar a sus esposos, y estos deben intentar hacer lo que les apetece sin que les descubran. Si les descubren, han de asumir el castigo que les corresponde, por eso luego pueden volver a "pecar": el adulterio masculino nunca es tan grave como el femenino. Por eso hay tantos chistes sobre cómo te pilla la mujer con tu amante o con una prostituta, y por eso nos reímos tanto con las escenas en las que los hombres son atrapados en sus mentiras e infidelidades. Los hombres tienden a comportarse como eternos niños a los que puedes premiar y castigar, y siempre cumplen un doble papel: el del hombre maduro que acude cada mañana a trabajar, y el del niño que miente para hacer lo que le da la real gana.

Los hombres generalmente tienen miedo al amor y a las mujeres porque no quieren perder su poder, no quieren ser unos calzonazos, no quieren hincar la rodilla y someterse a las normas del patriarcado. Saben que tendrán que hacerlo tarde o temprano y que con ello van a ganar mucho, en realidad: se vive muy bien con una mujer-criada que se preocupa por tu salud, tu ropa, tu higiene, tu nutrición, tu salud, tu bienestar y tus necesidades sexuales y afectivas. Pero el precio es muy alto: el patriarcado les pide que pierdan su libertad y su autonomía, después de enseñarles a defender su tesoro durante años.

El miedo al amor tiene que ver también con el miedo a las mujeres: a muchos les cuesta tratar de tu a tu a las mujeres, o relacionarse con aquellas que desean o exigen un trato igualitario. Es siempre más cómodo juntarse con una mamá criada que te perdone todo y te ame para siempre, una mujer dependiente que no te traicione, una mujer más madre, más insegura, más tradicional. Con las mujeres modernas hay que relacionarse desde la igualdad, y no te perdonan las estupideces, los deslices, las aventurillas, las canas al aire, la falta de compromiso... te exigen que seas adulto, honesto, coherente y consecuente con tu discurso, así que son más incómodas.

Mi consejo para todxs: para la batalla de sexos que nos coloca en estas posiciones absurdas y nos provocan tantos sufrimientos innecesarios.

Para las chicas que se encuentran con hombres incapaces de disfrutar del amor: alejarse rápido, cortar la relación enseguida, olvidarse de todos aquellos que te pongan problemas, muros, obstáculos al disfrute del amor.

Para los chicos: que se pongan las pilas y aprendan a relacionarse con mujeres libres, que aprendan a relacionarse con el amor y con sus sentimientos sin miedo, que no se auto boicoteen la posibilidad de disfrutar de las relaciones horizontales e igualitarias.

Coral Herrera

Claves para disfrutar más del amor

– Vive el presente y olvídate del futuro. Haz ejercicios mentales para situarte en el momento, para disfrutar de una cena con declaración de amor, de un beso eterno, de una noche de amor loca, de un paseo al atardecer, de una llamada de teléfono. Cada uno de los momentos de tu vida en los que estás es irrepetible, así que merece la pena ser disfrutados en toda su intensidad. Vivir el presente, además, alivia el miedo al futuro.

–  Liberarse de los miedos es necesario para poder vivir el amor plenamente. Los miedos nos paralizan, nos quitan energías, nos ponen pesimistas, y nos vuelven mezquinos. No fabriques más fantasmas, no te prives de tu derecho a disfrutar del amor. Para poder ser generosas en nuestras relaciones, necesitamos abrirnos y compartirnos en un clima de confianza y generosidad mutua; para poder amar es preciso el encuentro sin máscaras, sin corazas ni escudos, sin obstáculos de ningún tipo: ni reales, ni imaginados.

– Amar a la gente tal y como es, sin mitificar, sin que nos mitifiquen. Sin idealizaciones se conoce a la gente con mayor profundidad, sin expectativas fantasiosas hay menos decepciones, y sin decepciones se vive mejor.

– Enamórate de tu libertad, y de la de los demás.  Amar no significa renunciar a tu libertad ni a los afectos de tu gente querida; el sacrificio no es una prueba de amor, aunque nuestra cultura nos haga creer lo contrario.

-Dile “no” a la cultura del sufrimiento que asocia el amor con el dolor. Los dramas y las tragedias te quitan energía para disfrutar de la vida. Si duele, si te convierte en una mala persona, si te paraliza, si te hace sentir mal, no es amor, es otra cosa. No dejes que pasen años de tu vida en una relación que no te hace feliz: la vida es muy cortita y hay gente estupenda en el mundo a la que no vas a conocer si te encierras en tu pasión dolorosa.


-Relaciónate con amor con tu entorno: diversifica y amplía afecto, nutre tus relaciones de amistad y compañerismo, cultiva tus redes sociales, cuida a la gente que quieres, rodéate de cariño tengas o no tengas pareja. No pierdas tu tiempo en luchas de poder, no establezcas relaciones basadas en la necesidad o el interés propio: no le pidas a nadie que cubra tus carencias, no exijas a los demás que te cuiden si no tienes energía para cuidar tú también.

-Relaciónate con amor contigo misma: amamos desde el cuerpo, cuidemos el cuerpo. Tenemos que trabajar nuestra autoestima, aprender a cuidarnos y a dedicarnos tiempo, a darnos placer y hacer cosas que nos gustan, a querernos del mismo modo que queremos a los demás, a entregarnos a nosotras mismas como nos entregamos a los seres que amamos. Así podremos amar también nuestra libertad, nuestra autonomía, nuestra soledad, nuestros espacios, nuestros tiempos.

-Dialogo, empatía, asertividad: necesitamos valentía para decir lo que sentimos sin herir a la otra persona. Necesitamos herramientas para aprender a escuchar, para pensar lo que decimos o hacemos antes de hacerlo, para dialogar con la otra persona desde el cariño. Tenemos que aprender a transformar  los sentimientos negativos como el rencor, el odio, la furia o la venganza, porque no nos sirven para resolver conflictos y generan mucho dolor.

-Busca tu tiempo para el amor. Apaga las pantallas, desenchufa los cables, construye tu escenario ideal de amor, y goza la tarde sin mirar los relojes, con buena comida, buena conversación, y muchas ganas de jugar, explorar y disfrutar. Sin prisas resulta delicioso probar cosas nuevas… abrir el corazón, abrir el cuerpo, abrir la mente para hacer especial cada segundo juntos.

-Elige un buen compañero/a (o varios/as): Como decía Marcela Lagarde, no podemos irnos con el primero que pase por la calle. Si te vas a enamorar, que se trate de una buena persona, de alguien que tenga unos principios y una ética parecida a la tuya. Para ello es preciso no autoengañarse y saber leer las señales que nos proporciona la interacción con la otra persona, y que nos dirán si se trata de una persona insegura, mentirosa, inmadura, inconstante, violenta o cruel. En este sentido, tú también debes mostrarte tal cual eres, con naturalidad, para que la otra persona pueda conocerte, y evaluar si podría ser feliz a tu lado.

-Construir el amor: Sin ponerte encima ni debajo, sin tomar el poder o sin cedérselo por completo a la otra persona. Sin tener que sacrificarte o pedir a los demás que se sacrifiquen por ti. Sin esperar que todo surja como por arte de magia: el amor se construye, y tenemos que ser generosas y generosos para poder abrirnos a la otra persona, compartir ciertas parcelas de la vida, para andar juntas en el camino.

-Ética Amorosa: Establecer pactos contigo misma y con tu pareja, ser coherente con tu discurso y tus emociones, responsabilizarte de tus palabras, emociones y actos, conducir tu comportamiento en base a tus principios y valores. Tanto si eres monógamo/a como si eres poliamoroso/a, es fundamental que cuides a la persona o personas con las que te estás relacionando, y trabajes para estar a la altura. Si la otra persona no nos ama, nos engaña, no se compromete del todo, se porta mal con nosotras, o juega con nuestros sentimientos… entonces lo mejor es cortar la relación para no perder tiempo y energías en alguien que no tiene el nivel necesario para tratarte bien, ser sincero/a, o cumplir pactos.

Despatriarcalizar y desmitificar el amor para poder reinventar las estructuras que utilizamos para relacionarnos y que han quedado obsoletas. Despojar al amor del placer del sufrimiento, de los intereses y el egoísmo heredado de la cultura capitalista, de las jerarquías afectivas y las desigualdades, de las relaciones opacas y las batallas de género, y aprender a querernos tal y como somos.

-Rupturas amorosas, separaciones cariñosas: hay que aprender a separarse como empezamos, tratándose bien, siendo sinceras, siendo cariñosos. Hay que dejar las relaciones con amor, evitando que el dolor convierta nuestros sentimientos en odio, evitando que nuestro dolor provoque más dolor, tratando de asumir la realidad tal cual es, tratando de no salir destruidos del proceso de separación, tratando de quedarse con los buenos momentos que pasamos juntos.

-Que el amor valga la alegría: Detectar cuándo es el momento de separar tu vida de la persona amada, y no dejar que pasen meses o años esperando a que la otra persona cambie o a que la vida nos regale otras circunstancias. El amor es para disfrutar, así que si estás sufriendo, es mejor que te desapegues de la persona que te hace daño, o de las relaciones dolorosas. Si sientes que tu amor te da energías, te levanta con una sonrisa cada mañana, te despierta la creatividad, te hace sentir bien, entonces apuesta por ello. Hay que apostarle a las relaciones bonitas, a las emociones positivas, a las relaciones placenteras, a la gente generosa y alegre, a poner tus energías amorosas en ella, y olvidarte de lo que no pudo ser, de lo que no puede ser, de lo que podría haber sido, pero no fue; hay que apostarle a sufrir menos, y disfrutar más del amor y de la vida.

-Reinventarnos el amor, reinventarnos las estructuras, crear nuevas emociones, contarnos otros cuentos, probar otras maneras de quererse, construir otros patrones de relación amorosa, darle la vuelta a todas las “verdades”, poner en práctica los aprendizajes, y no dejar nunca de explorar los infinitos territorios del mundo del amor y los afectos.

-Estar presente: Vivir el presente con intensidad ayuda mucho a anclarse en tu realidad, en esta tarde maravillosa juntos, en esta fin de semana de amor juntos. Si estamos con la  cabeza puesta en el futuro: ¿me dejará de pronto?, ¿me seguirá queriendo el mes que viene?, ¿se querrá casar conmigo en el futuro?, ¿me será fiel cuando cese la explosión pasional?, ¿me aceptará su familia?, etc. no podremos jamás decir: “Este es nuestro ahora. Puede acabarse el mundo mañana, pero ahora estoy viva, consciente, despierta, te amo, y disfruto contigo”.

Coral Herrera Gómez


Estas son algunas de las herramientas, ideas y propuestas que han ido surgiendo en el trabajo que hacemos en el Laboratorio del amor .  Nos dimos cuenta de que no existe una receta mágica para dejar de sufrir, ni un método a seguir para alcanzar la felicidad: este post sistematiza muchas de las ideas que han ido surgiendo en el trabajo colectivo de mujeres diversas de todos los países que se reunen para analizar, inventar, aportar y profundizar en los Estudios del Amor, las Emociones, la Sexualidad y los Sentimientos.